sábado, 26 de julio de 2014

Bullying: conversaciones sobre la juventud robada


Esta conversacion se mantuvo en el verano de 2014 entre dos mujeres asturianas de entre 30 y 38 años.

Por la naturaleza extremadamente delicada de las agresiones que aquí se relatan, y la propension de la sociedad a revictimizar -o retraumatizar- a las victimas, estas mantendran su anonimato.

De igual modo esta entrada queda cerrada a comentarios, ya que desde mi blog no quiero exponer a quien ya ha sufrido bullying, a una vivencia ni remotamente parecida.

Los nombres utilizados para facilitar la lectura de esta conversacion, son completamente falsos.

Por el contrario, la historia, contada por sus protagonistas, como la realidad, es hirientemente verdadera.



Diana, 38 años - Viví acoso escolar y fuera del cole desde los 12 a los 16. En aquel tiempo hubo pocos lugares en los que entre pares no fuera insultada o discriminada (motes, agresiones físicas, acosos al domicilio) Hasta hace poco, mas de 20 años después, seguia dandole vueltas a que era lo que hacia mal, a porqué en todos los lugares era atacada. Me obsesionó muchísimo encontrar el motivo. Esa experiencia marcó completamente mi vida.

Sofia, 30 años - En mi caso, comenzó en el mismo año en que entré en el instituto, en 3º de la ESO. Era "la nueva" y, al venir de un entorno bastante protegido (colegio de monjas), noté que adaptarme fue un poco difícil, estaba un poco, digamos, atontada. Me asusté y me costó abrirme y relacionarme con la gente, más todavía porque todo el mundo había dado su primer beso, había tenido sus primeras borracheras, empezaba a salir, etc., y yo no. También me tomé en serio los estudios y era aplicada. Por eso, creo que empezó por ser la diferente, la rara.

Diana - Me he dado cuenta de que a veces tenemos una atribución al acoso diferente a la que probablemente fue la causa. Te explico, en mi caso, mi atribución inicial al acoso era porque estaba gorda. Era alta y gorda. Grande. Tuve un trastorno alimentario por ello, transtorno de ingesta compulsiva que aun no he curado.
Pero después, pensándolo, no creo que fuera solo eso. Creo que también y sobre todo era porque siempre fui contestataria al poder masculino y lo hacía ver muy rápidamente.
Tambien era la "empollona" de clase.

Sofía - Lo atribuí a ser la diferente, a que me tomaba en serio los estudios y no salía (en casa no me dejaban). Durante un tiempo lo atribuí también a mi tamaño, soy grande y estaba rellena, y en alguna ocasión se metieron también con mi físico; me quemaba ver que había chicas más gordas que yo con las que nadie se metía, así que supuse que yo tendría algo más, y empecé a culparme.

Diana - ¿Quién te atacaba? En mi caso eran los chicos, prácticamente en todos los contextos, cole, insti, veraneo, vecinos... Las chicas no, aunque muchas fueron cómplices, callando, o culpándome. Creo que mi hermana me culpaba por mi forma de ser, contestataria.

Sofía - En mi caso fueron muchas personas. Clasificándolos: Había un grupo muy definido compuesto por chicos, malos estudiantes y algo violentos, que eran quienes más se burlaban de mí, llegando a amenazas verbales y físicas, añadiéndoles siempre unas risas para quitarle importancia. Les tenía mucho miedo. Luego estaba el resto de la clase que, salvo dos o tres personas contadas, callaban o se reían cuando el primer grupo me atacaba. (Luego llegó el día en que oí a las chicas criticarme a lo bestia y una me defendía: pero qué os ha hecho, si nunca hace o dice nada, siempre es amable, etc.). Quiero pensar que los profesores no se enteraban; hubo uno que se cabreó cuando mis compañeros me la liaron, y trató de llevar el tema a dirección. No prosperó: el culpable era hijo de cierta persona y no quedaba ni una semana para terminar el último curso. Finalmente están mis padres y mi hermana, que me culpaban por enfadarme, por ser borde, por estar sola, por ser la diana de todas las burlas, porque eso daba a entender que yo quería ser el centro de atención. Añado a eso que mi hermana me atacaba también porque en el instituto ella era "la hermana de [mote]" y las chicas más populares la aislaban.

Diana - En mi caso las agresiones y motes (muchos de ellos referidos a animales) se mantuvieron durante años hasta que enfermé de depresión y dejé el instituto a los 16. Después, con algunos de los agresores he mantenido contacto, al menos de vista. He sentido miedo. Y aun hoy se me reactivaria el miedo, la vergüenza y el odio si los encontrara.

Sofía - El acoso comenzó con motes (había uno en concreto que aún me escuece), inmediatamente siguió con aislamiento y segregación. ¡Oh!, salvo que alguien necesitara que le resolviera una duda o le prestara apuntes, en cuyo caso yo era su primera opción al ser la mejor de clase; por supuesto, como era imbécil, respondía y ayudaba con la mayor amabilidad y disposición, muchas veces servilismo con la ilusión de que me aceptaran en el grupo. No, no sucedía.

Más tarde, el grupo de bandarras del que hablé antes, pasó a temas más físicos: lanzarme objetos pequeños, gritarme, fingir que me iban a golpear y terminar con risas, amenazas.

Diana - Mi sentimiento predominante era la vergüenza... la culpa. ¿El tuyo?

Sofía - Por encima estaba la vergüenza porque deseaba pasar inadvertida, que simplemente me dejaran tranquila. Vergüenza también por las burlas, porque bastante tenía yo con mis problemas. En el fondo también la culpa: por no saber imponerme, por tener miedo, por no saber integrarme, por ser fea y gorda, porque algo había hecho para merecer tanto desprecio, aunque nunca supiera qué era.

Diana - Yo no se lo conté a nadie hasta que enfermé, porque sentía que era verdad. Esto es, que yo era vergonzosa, todo lo que me llamaban. Tenía una culpa muy fuerte. Tampoco se lo conté a mis padres por protegerles! Resulta absurdo pero era un sentimiento tan doloroso para mí, que quería defenderles a ellos de él. ¿Y tú?, ¿lo contaste? ¿te ayudaron?

Sofía - Lo conté a los tres meses de que comenzara. Mis padres se enfadaron conmigo y me culparon. Así siguió siendo hasta el final. Cuando me robaban los libros o se ensañaban conmigo o me aislaban más de lo habitual y llegaba a casa triste, me caía una bronca tremenda.

Diana - Cuando lo conté por primera vez, a un psiquiatra, me dijo que me lo inventaba y me medicó con antipsicóticos.
Si solo una persona me hubiera dicho que no era culpa mía, que la violencia es así, que no hay nada que pudiera hacer, no hubiera enfermado. El fenómeno de la mano que ayuda, se llama... Pero nadie lo hizo.

Lo curioso es que hubo adultos testigos, pero no me ofrecieron ayuda.

Deje la escuela e intenté suicidarme al cumplir los 17. Recuerdo la bronca de la enfermera cuando me hacía un lavado de estómago. Me internaron y me dieron neurolépticos. El psiquiatra creía que el acoso escolar me lo inventaba.

Sofía - Hacia los 16 años, mi vergüenza y culpa se proyectó también contra mi cuerpo, de modo que caí en la bulimia y empecé a agredirme físicamente en la cara (por fea y deforme) y en las piernas y otras zonas (por gorda).

No sé si habría caído, o al menos no haber empeorado, si hubiera recibido ayuda... La culpa que sentía era enorme. Como ya dije, mis padres me culpaban. En cuanto a los profesores, creo que no se daban mucha cuenta o, si lo hacían, lo tomarían como "cosas de chavales, que están en la edad del pavo". Una vez se lo conté a una profesora con la que tenía bastante confianza y se quedó fría. Recuerdo sus ojos enormes de incredulidad. Y el profesor que intentó ayudarme al final. No sé si el resto lo sabían, lo intuían o no se enteraban. Desde luego que mis compañeros se cuidaban de no agredirme delante de los profesores, y el aislamiento de mis compañeras era bastante sutil (hasta que las oí aquel día, pensaba que estaba en mi cabeza, que ellas eran buenas conmigo, que no podía ser que tantas chicas estuvieran haciéndome el vacío).
Acaba de venirme a la cabeza lo que solía decirme mi padre: Si un tío va por la autopista de A a B por el sentido contrario, todo dios le va a pitar. Él cree que va bien pero realmente circula en contra de todo el mundo. Así era yo: no era posible que todo el mundo deseara pincharme o aislarme, era yo la que estaba haciendo algo mal.

Diana - Yo tengo secuelas de larga duración: fobia social, ingesta desordenada, malas relaciones de pareja y mucha impulsividad (ira?). ¿Y tú?

Sofía - Todo lo anterior me ha dejado muchísima culpa. Me culpo por todo lo que tenga algo que ver conmigo, sea o no la responsable. Es una enorme losa que tengo encima y de la que me está costando mucho deshacerme. Me ha quedado también un desprecio hacia mí misma. También desprecio y envidia a los demás, pero es algo que hace pocos años he empezado a corregir; aún me quedan restos aunque son cada vez menos. Y mucho miedo a cualquier "situación social": grupos de personas en cualquier entorno (académico, ocio...). En esas situaciones, siento miedo a la gente, a ser juzgada, a que me aíslen y no me vuelvan a llamar para formar parte de ese grupo. Y de ahí se deriva un deseo muy fuerte por pertenecer a algún grupo de amigos de confianza, pues es algo de lo que carecí en toda la adolescencia y juventud.

Arrastré la bulimia varios años y pasé de vomitar a no comer cuando me quedaba en la universidad a mediodía, y de ahí a auto desprecio. Por un lado, los síntomas externos (vómitos y golpes) fueron desapareciendo, pero por otro el parásito mental (no sé cómo llamarlo) se enquistó y se hizo muy, muy fuerte. Y me culpo por no haber sabido curarme.

El estigma de los motes que me llamaron me ha durado hasta ahora. Es así. Duro decirlo, pero ha permanecido como parte de mi identidad...

En mi caso me ha quedado una sensibilidad a los motes. Me fastidia que los utilicen conmigo en casa (son los únicos que lo hacen, parece que el del instituto lo han olvidado pero, cuando agarran una tontería, no la sueltan en varios días) y me incomoda llamar a las personas por su apodo cariñoso.

Diana - Yo tambien desarrollé culpa delirante. Cuando cumplí 18 años mi abuela enfermó y murió de cáncer de colon y creí que la culpa era mía. Tenía la sensación de que era un monstruo por fuera y por dentro. Algo malo había en mí y no conseguía saber qué era.

Sofía - Me culparon por no hacerme respetar, porque ponía mala cara (me llamaban el mote, yo ponía cara de desagrado o tristeza y respondían "¿ves?, haces eso en el instituto y por eso te lo siguen llamando; si te rieras o respondieras con una burla, no te lo llamarían" - probé y no funcionó), porque no me integraba.

Luego, cuando estaba en plena bulimia y oportunamente salía algún reportaje sobre anorexia/bulimia en la tele, mi padre resoplaba y decía que eso no eran más que ganas de hacerse notar y querer ser el centro de atención, y añadía "yo la anorexia la curo con dos hostias". Así que nunca supieron de la bulimia.

Diana - Mi trastorno alimentario creo que lo achacaban a la debilidad mental. La misma que me había hecho deprimirme ante las agresiones. Y a las hormonas, claro.
Mi padre me dijo" las mujeres sois buenas estudiantes, pero con la edad del pavo y las hormonas os arruinais"

Pasé de sacar sobresalientes a tardar hasta los 28 en sacar una carrera.

No volvi a estudiar de manera presencial hasta los 28 años, cuando cursé un máster.

Aun hoy tengo pesadillas en las que no he acabado ni el COU y tengo que volver a clase.

Sofía - Una de las secuelas más importantes y obvias para la gente con quien hablo es ser apocada. Durante la adolescencia me fui volviendo una apocada, no sólo en situaciones de tensión, que sería lo esperable, sino también en situaciones tranquilas. Me cuesta dar mi opinión, tengo miedo al hecho de hacerlo, a las reacciones de los demás, al trato que me dispensen, a la imagen que puedan tener de mí según van conociéndome... También, bastante relacionado con lo anterior, está un defecto muy grande, y es que quiero agradar a todo el mundo. Intento no hacerlo porque sé que es improductivo y perjudicial, pero queda el poso del miedo a desagradar.



             **********************


Gracias a Sofía y Diana por su valor y su sinceridad. Su intención manifiesta es que sus testimonios sirvan para denunciar la lacra del bullying y visibilizar la dimensión de la peor agresión que tras la violación y el maltrato familiar, hoy enfrentan los niños en España.

Cualquier persona interesada en profundizar en el proyecto "conversaciones sobre la juventud robada" puede ponerse en contacto en el twitter @islatempestad

viernes, 18 de julio de 2014

prejuicios y contradicciones patriarcales

El patriarcado intelectual es una racionalizacion de lo mas absurda de la agresion machista. La misoginia es el resultado desquiciado de intentar justificar a posteriori la explotacion con fines economicos de las mujeres en el mundo. Esa intelectualizacion, sorprendentemente y aunque muy elaborada durante mucho tiempo, es completamente ridicula. ES una explicacion ad hoc de la violencia, que incurre en las mas toscas contradiciones. No proviene de la razon sino de la reaccion. Explicare con ejemplos como se genera ese pseudopensamiento a partir de los abusos cotidianos, y como cuando la situacion cambia se vuelve totalmente inconsistente.

1
- LAS mujeres son utilizadas para el cuidado del hogar desde muy jovenes
- Es que las nenas maduran antes

- Necesitamos controlar la fuerza de trabajo de las mujeres para seguir robandola.
- ES que las mujeres en ciertos asuntos (los de poder) necesitan nuestra tutela

2
- Soy insistente con mi mujer aunque diga que no.
- ES que las mujeres no saben lo que quieren

- Me acabo dejando por otro.
- ES que las mujeres son unas calculadoras. Nosotros somos mas nobles, nos dejamos enganar.

3
- Gritar a una mujer en la carretera
- Mujer al volante, peligro constante

- Deja que conduzca yo que vas muy despacio.
- Es que las mujeres conducis con miedo.

4
- Que se encarguen del cuidado familiar.
- Es que las mujeres estan mas relacionadas con lo natural

- Que se encarguen del cuidado familiar.
- Es que las mujeres son mas civilizadas.

5
- Si te acosan en el trabajo
- Bueno, muchas ambiciosas seducen para ascender.

- No promociona ninguna mujer.
- Es que las mujeres no sois nada ambiciosas

6
- SI te quejas al primer signo de abuso.
- Es que las mujeres vais de victimas. Exagerais por una tonteria.
Victimista

- Te aguantas hasta que denuncias finalmente.
- Por que no denuncio antes? Al primer bofeton deberia haberlo hecho.
Masoca

7
- Si te castiga con el silencio y el ostracismo.
- Es porque hablas mucho

- Si luego te quejas de que eres una incomprendida
- Es que no hay quien os entienda.

8
- Si te mansplainean
- Es que los hombres son mas racionales

- Si te agreden sexualmente
- Es que los hombres son como animales, no pueden controlarse.



Somos brujas o santas, sensatas o histericas, menores o adultas, segun vuestra machirula conveniencia a la hora de explotarnos. Y vosotros sois racionales o salvajes, unos vagos o los que verdaderamente trabajais, segun os sirva mejor uno u otro papel para abusarnos. Cansino.


miércoles, 16 de julio de 2014

Histeria masculina (II)



"Querida Miranda:


Tenemos un grave problema en nuestra pequeña isla... tras años de hegemonía femenina, nuestras mujeres parecen haber empezado a enfermar de una extraña dolencia psicológica, una terrible enfermedad que les hace perder los nervios por las cosas más absurdas. Tienen miedos irracionales, ... y cuando están juntas, a menudo se comportan de manera enloquecida, poniéndose y poniendo en peligro...

Al principio nos parecían curiosas algunas manifestaciones deportivas. Recuerdo a una jugadora de tenis que siempre que perdía entraba en histeria y rompía su raqueta contra el suelo. O aquella jugadora de fútbol que por la excitación histérica del juego, saltó la valla y le pegó un cabezazo a una aficionada.

Algunas cantantes comenzaron ya hace tiempo a hacer algunas cosas singulares como romper sus guitarras contra el escenario, o tirarse sobre la multitud para ser llevadas a hombros. Algo que también hacen las toreras, cuando asesinan a un toro, a hombros de una multitud de mujeres jadeantes que las vitorean.

De un tiempo a esta parte se ha convertido en algo bastante habitual que cuando varias mujeres se juntan en un atasco, comiencen a pegar alaridos por las ventanillas. Pareciera que la histeria tiene una suerte de efecto contagio. Si una toca el claxon, comienzan todas a tocarlo hasta crear un sonido colectivo ensordecedor. Se diría que sus nervios se excitan más cuando se juntan entre ellas, que la histeria se retroalimenta.

El problema no hubiera comenzado a preocuparnos si no fuera por las conductas de las forofas deportivas. Tienen una obsesión tan grave que ha empezado a copar toda nuestra vida pública. Fuera de los estadios, cuando hablan de sus jugadoras preferidas, es fácil verlas ir poniéndose más y más nerviosas, hasta que a menudo comienzan a gritar y enrojecen como si fuera a darles un ictus. Pero el grave problema lo tenemos en los estadios, cuando empiezan a gritar desde las gradas, y sus odios histéricos llegan a amenazar de muerte a las jugadoras. A la salida, de vez en cuando, apalean a alguien y han llegado, en su fiebre histérica, a cometer asesinato.

El histerismo deportivo se ha convertido en un problema de salud pública. Y también el religioso. Se auto-lesionan. Hacen sacrificios, caminan descalzas o caminan postradas de rodillas llenándose de yagas, se fustigan la espalda hasta hacerse sangre, y han inventado unos lloros histéricos llamados saetas que le cantan a un tronco que representa a un hombre virgen.

Sí, sus miedos histéricos son muy absurdos. Han llegado a la creación de los personajes mitológicos más inverosímiles. Cuentan leyendas de hombres llamados brujos que roban a sus hijos para chuparles la sangre. Las marineras y pescadoras cuentan historias de hombres con cuerpo de pez que cantan en el mar y las secuestran embrujándolas. Y las conductoras cuentan historias de hombres fantasma en la curva de las carreteras.

El colmo del disparate es el miedo inconsciente al pene castrador que ya han definido algunas psicoanalistas. ¡Los penes castradores serían aquellos que cuando los chupas te dejan sin dientes!

Espero tu consejo para atajar este problema que está convirtiendo nuestra sociedad en irracional. Y es que gran parte de nuestra vida pública está marcada por sus miedos, sus obsesiones e histerias colectivas.


                                                                                                                Presidencia de Tlön. Año 2025"


(La primera parte de esta entrada explica un poco el porqué de mis relaciones y comunicación con el gobierno de la isla de Tlön http://mirandaescribe.blogspot.com.es/2014/07/histeria-masculina.html)

miércoles, 9 de julio de 2014

Desde el otro lado (III)



Debido a que hablará, entre otras cosas, sobre prácticas machistas en su trabajo, mi siguiente entrevistado, un consultor español de 34 años, no dará su nombre real, sino aquel que utiliza como internauta, Ferrán Moreno Moreno @fmormor100

Hola Ferrán, ¿cuál es el sentido que ves a esta entrevista?

- El machismo es una cuestión social por la que actuamos de manera diferente en grupo (de hombres) que cuando estamos solos. Solos pocos le diríamos una grosería sobre su culo a una camarera, por ejemplo. En grupo es más probable. El sentido para mí de estas entrevistas "testimonios al otro lado" sería entender qué nos ata a actuar así cuando estamos en grupo. 

- ¿Cuándo te hiciste feminista?
- Nunca fui abiertamente machista pero en la universidad milité en una organización de izquierdas en la que el feminismo era uno de sus temas.

- ¿Y qué es para ti ser feminista?

- Ser consciente del problema y corregirse los defectos. Vosotras nos lo hacéis ver.

- ¿Por ejemplo?

- En la reuniones, por ejemplo. La actitud con los hombres y con las mujeres es distinta. A veces una mujer dice algo y la reunión sigue como si no hubiera dicho nada. Luego un hombre dice lo mismo y a él sí se le escucha. En mi trabajo he sido más escuchado que mis compañeras. De eso solo me he dado cuenta cuando he leído a feministas. Es importante cuando vosotras nos señaláis el machismo porque muchas veces no lo vemos. 

- ¿Por qué no lo veis?

- Porque no nos afecta negativamente y somos menos conscientes. Ya empiezo a tener gafas de género pero con alguna dioptría.

- ¿Tienes experiencia con agresiones machistas?

- Habitualmente de espectador. Una amiga sufrió maltrato por su pareja, que también era del grupo de amigos (adolescentes) durante dos años.

- ¿Te diste cuenta?

- Para nada. Ni lo sospeché. Aunque cuando ella me lo dijo, hice recapitulación y me di cuenta de que había cosas extrañas. Lo curioso del caso es que su grupo de amigos pensábamos que él siempre hacía lo que ella quería y las bromas de llamarle "calzonazos" fueron frecuentes.
Él le cortó las alas, le ponía mala cara, la dejaba de hablar para aislarla, la menospreciaba. Ella era la líder del grupo y creo que él se sintió amenazado por su liderazgo y su inteligencia.
Ella salió tocada de la relación y hasta algunos meses después no empezó a darle forma a lo que había pasado.

- ¿Crees que el ridiculizarle llamándole "calzonazos" por el liderazgo social de ella pudo influir en el maltrato?

- Sumó. El problema lo tenía él previamente, pero si el grupo insistía en los complejos (de inferioridad) que él tenía, podía aumentar su frustración y la reacción contra ella después, en privado

- Si volviera a pasar ahora, que un amigo tuyo maltrata psicológicamente durante dos años a una amiga, ¿te darías cuenta?

- Sí. Que hace cosas que no quiere, que se contiene en público cuando está con él, que la que renuncia siempre a cosas es ella,...

- ¿Crees que hubiérais (vuestro grupo de amigos) identificado el caso de maltrato psicológico mejor si hubiera sido una amiga la que maltratara a un amigo vuestro?

- Probablemente. Le hubiéramos presionado llamándolo "calzonazos" y él hubiera podido identificarlo antes.

- Más adelante, en la Universidad, ¿recuerdas alguna experiencia machista?

- A veces alguien hacía el comentario de que las mujeres aprovechaban las revisiones para seducir al profesor y así subían la nota. 
Yo me reía y alguna vez añadía algún comentario más.

- Y finalmente conociste un caso...

- Fueron las alumnas las acosadas por el profesor. Ya no eran sus alumnas, por lo que no tuvieron consecuencias cuando se negaron, pero eso no quita que no fuera ético, claro. Y aunque una de ellas me lo contó, y yo estaba en la junta de la facultad, en ningún momento se me pasó por la cabeza animarla a denunciar. 
Y si lo hubiera hecho, hubiera contado con mi apoyo. Pero tampoco se lo dije.

- ¿Crees que las bromas y comentarios sobre alumnas seduciendo a profesores en sus despachos para subir nota puede estar relacionadas con las conductas impropias de, al menos, ese profesor?

- Sí. Quitarle importancia. Hacerle difícil a ella contarlo. Es caldo de  cultivo para que se dude de su historia.

- Entonces, ¿crees que los profesores que acosan se pueden aprovechar de esos chismes para hacerlo con impunidad?

- Sí. Seguro.

- En la época de Universidad, ¿recuerdas alguna otra actitud tuya en relación a agresiones contra mujeres?

- Una vez un amigo acorraló a una amiga en un bar. La acorraló en una esquina. Sus brazos la encerraban. Ella era muy dulce, de las que te imaginas que no va a levantar la voz. Pero estaba claro que no quería. Le apartaba con los brazos, le esquivaba, le "hacía la cobra."

- ¿Cuánto tiempo duró la situación?

- Bastante. Me dio tiempo a ir a buscar a otra amiga para que me confirmara lo que yo estaba viendo. Porque fui muy cuidadoso con el qué dirán antes de ayudarla.
1.- Porque me gustaba y pensé que por celos podría estar leyendo mal la situación.
2.- Porque no quería que parecieran celos (deplorable, la siguiente es peor)
3.- Porque no quería interrumpirle. No se hace eso a un colega... A ver, si está pasando sí, claro... pero tenía que estar seguro. Tenía una preocupación por mi estatus social. No quería quedar como un entrometido.
Busqué a una amiga para confirmar que la chica no quería y para que interviniera. Quería evitar un conflicto. Pero la amiga estaba muy borracha. Nadie hizo nada de los ocho que estábamos allí. Así que evitando la confrontación directa, me acerqué a la agredida y le dije que me iba a casa, si quería venir. Ella se vino y él salió del bar detrás de nosotros con tono amenazante "porque eres tú y sé que no lo has hecho a malas, que si no..."
Debería haberle educado. No en ese momento, claro. Pero tuve ocasiones después para haberle sacado el tema... y no lo hice.

- Mientras los colegas agreden en la ambigüedad ¿ no hay voz de alarma?, ¿se pueden aprovechar de las situaciones confusas?

- No se actúa. Cualquier excusa es válida para no actuar.

- Ferrán, más adelante en tu trabajo, me escribiste una vez que "los jefes se ven en la necesidad de llevarte de putas" Explícame eso.

- Era una empresa de la cultura del pelotazo. También llevaban a los clientes de putas para cerrar un trato. A mí me lo comentaron varias veces. Y a lo que más me atreví fue a mostrar desinterés y cambiar de tema. Al final un jefe (no el mío) me llevó sin avisar previamente. De repente, nos encontramos allí. En realidad, tampoco hicimos nada, ellas se sentaban contigo, les pagabas la copa a 50 euros y hacían como que les gustabas. 

- ¿Supiste si eran prostitutas voluntarias o víctimas de la explotación sexual?

- No . Se lo pregunté. Pero no iban a decir la verdad. Yo podría ser policía.

En mi trabajo he oído del comercial que cierra el trato llevando al cliente de putas. Los comerciales que cerraban los tratos eran de alto nivel. Pero los contactos previos los solía realizar una comercial buenorra. Casi tanto como el elenco de misses recepcionistas que vi pasar. Con carrera y hablando idiomas, pero lo fundamental es que quedaran bien en la entrada. Por la naturaleza del trabajo he conocido a varios jefes pero hasta el año pasado no conocí a una sola jefa (tras 10 años) y eso que en los departamentos (sobre todo en el de marketing y comercial) la mayoría eran mujeres. Pero no en un cargo de responsabilidad.
Y la verdad es que los líos entre compañeros siempre les han pasado más factura a ellas que a ellos y sí, yo una vez llegué a pensar que una compañera se había enrollado con uno de los jefes para ascender. La prejuzgué mal. Porque dejaron el trabajo ambos y seguían juntos.

- ¿Te ha resultado fácil hacer la entrevista?, ¿cómo te has sentido?

- Sí y no. La entrevistadora ha sido muy agradable, pero algunas de las preguntas han sido muy incómodas. Me han "obligado" a reflexiones que no había hecho antes por mí mismo. No és fácil reconocer tus errores o cobardías.

- ¿Animarías a otros hombres a dejarse entrevistar?, ¿por qué?

El proyecto es necesario. Debemos pensar qué hemos hecho mal para corregirnos; y aunque muchos habremos dedicado un tiempo a analizar nuestras actuaciones, cuando tienes que darle forma estructurada a las reflexiones y cuando hablas con alguien más, las ideas se aclaran. Simplemente al construir las frases para contestar ya lo entiendes mejor. Pero además la persona que te escucha puede darse cuenta de detalles que habías pasado por alto.

martes, 8 de julio de 2014

Desde el otro lado (II)


Hoy, exploro de nuevo el machismo, a través de la mirada de un hombre, recién iniciado al feminismo, que relata prácticas machistas habituales, algunas de las cuales, y hasta la recogida de este testimonio, le habían pasado desapercibidas.

Jaime García es estudiante universitario, tiene 20 años y ha decidido dar esta entrevista para "reconocer los errores machistas que se cometen desde la militancia", ya que pertenece a un colectivo libertario.


- ¿Por qué crees que es importante?

- Se supone que somos gente con conciencia política y si queremos ir más allá en mejorar la sociedad no podemos centrarnos en un solo punto. Centrarnos solo en la lucha de clases es cometer los errores del pasado.

- ¿Te consideras feminista?

- Si tengo que contestar sí o no, diré que no. Tengo un montón de dejes machistas todavía.

- ¿Por ejemplo?

- Interrumpo más a mis compañeras cuando hablan que a mis compañeros y en las relaciones de pareja impongo mis opiniones.

- ¿Por qué crees que interrumpes más a tus compañeras?

- Porque cuando interrumpes a una mujer ella por lo general se calla. Un hombre disiente, pelea por la palabra levantando la voz, y se hace más evidente que le has interrumpido.

- ¿Y por qué te impones en tus relaciones de pareja?

- Si quiero algo y no me lo dan, insisto. En el sexo, he presionado a alguna para que hiciera cosas que me apetecían en ese momento. Realmente lo veía como una tontería, un "va, insiste un poco más que al final cuela". Tenía mi regla de "las dos negaciones". Supongo que bastante influenciado por la filosofía esa de que las mujeres no saben lo que quieren. 
Es curioso lo que cuesta mantener los principios en esas situaciones.

- ¿Por qué presionas?

- No sé porqué.

- ¿Alguna pareja te ha presionado a ti?

- No. En el ámbito no sexual no me importa ceder y hacer cosas que a ellas les gustan, pero en la cama sí me molesta que no me dejen..., que no se hagan cosas...

- ¿Lo que te molesta es no dominar?

- Sí.

- ¿Crees que el no de una mujer vale menos?, ¿y por qué?

- Los tíos son más dogmáticos. Al menos en la praxis militante he tenido más éxito argumentando con mujeres para convencerlas. Tenía la creencia de que es más fácil convencer a una mujer porque no tiene la opinión tan fundamentada.

- Háblame de la militancia: ¿recuerdas situaciones machistas?

- Entre dos grupos políticos llegaron a sortear y pelearse por quién iba a robarle la novia a uno de los líderes. Ella también era militante y todos los ataques pasaban por ella.

- ¿Tú participabas?

- Me mantenía al margen pero no denuncié la situación.

- ¿Cómo te sentías?

- Me sentía bien porque se estaban enfrentando dos organizaciones contrarias a la mía.

- ¿Crees que esa situación es parte de la cultura de la violación?

- Sí, probablemente.

- A esa chica, ¿la pensabais como un sujeto o como un objeto?

- Yo tenía la imagen de que era una marioneta en manos de su pareja.

- ¿Esa percepción estaba agrandada por la cosificación que hacían de ella?

- Supongo.
La conciencia feminista de esas organizaciones quedaba en postureo. Muchas organizaciones de izquierda apartan el feminismo de la praxis. La lucha de clases está delante de todo. El resto son solo cosas que queda bien tener. Adjetivos.
Además, creo que mis actuaciones en la asamblea estarán llenas de micromachismos... encasillábamos a las chicas al rol de moderadoras o secretarias.

- ¿Por qué?

- Secretarias porque escriben mejor de lo que lo hacemos la mayoría de los tíos y son más organizadas.

- ¿Entonces tenían menos tiempo para hablar y aportar cosas en las asambleas?

-... Eso no lo había visto....

- En conversaciones previas me contaste que practicas un deporte de equipo donde hay muchas expresiones machistas.

- Sí, te atacan llamándote maricón o niña. Con los chavales más pequeños me resulta más fácil corregirles. Supongo que porque soy mayor y medio me respetan. Mientras que en el primer equipo soy uno de los más pequeños...

- ¿Y te da miedo censurar sus expresiones machistas?

Sí. Se burlarían de mí.

- ¿De qué modo puede motivar a un deportista que le llamen maricón o nena?

- Cuando era pequeño me molestaba porque se asocia con blando, lo contrario a un deportista... Y eso que tenemos un club donde es el equipo de las chicas el que está en un nivel superior... ¡pero seguimos utilizando el "nenaza"!

- Jaime, ¿qué es lo peor que le has hecho a una mujer?

- Quizás me he propasado con alguna. Intentar meterle mano.

- ¿No aceptar un no?

- Sí.

- ¿Qué consecuencias tuvo?

- Nada. Me apartó y se fue.

- ¿Cómo te sentiste?

- Jodido. Porque tenía un coito casi asegurado y de un momento a otro desapareció.

- ¿Fue un malentendido o un abuso?

- Partió de un malentendido, no acepté el no, y lo convertí en un abuso. 

- ¿Toda tu frustración vino del rechazo?

- Sí.

- ¿Y del abuso?

- No. Solo después me empecé a dar cuenta. Cuando tuve un conocido homosexual que lo intentó conmigo. Le dije que no y lo siguió intentando. Me resultó incómodo. Extrapolé. Y empecé a plantearme cosas.

... Después está la técnica del "martillo pilón" para ligar.

- ¿Qué es eso?

- Es el pumpumpum hasta que cae.

- ¿Esa técnica se usa mucho?

- Se aplica bastante. Dice que no e insistes. Dice que no e insistes. Dice que no e insistes...

- ¿La has aplicado?

- Sí, alguna vez lo he intentado.

- ¿Con éxito?

- No.

- ¿En qué se diferencia de un acoso?

- El "martillo pilón" estaría dentro de los cánones de acoso aceptados. Acoso acoso es más heavy, como ir a espiarla a casa. No vemos tan negativo el insistir una y otra vez.

- Jaime, muchas gracias por tu sinceridad al contar todo esto... Hemos tocado temas muy delicados, ¿te has sentido cómodo? 

- No. He tenido que recordar cosas que prefería no hacer. O plantearme cosas que nunca me habría planteado.

- ¿Ha sido un poco doloroso?

- Sí. Te das cuenta de todas las mierdas que has hecho.

- ¿Te ha sido útil?

- Yo creo que sí. Hay cosas que no hubieran surgido de un planteamiento en solitario.

- ¿Recomendarías una entrevista así a más hombres?

- Sí, como reflexión. Te empiezas a dar cuenta de lo que has hecho partiendo de otros argumentos que tú solo no te plantearías. Creo que a partir de ahora puedo sacar pautas, hacerme preguntas, y aplicármelas en otros contextos.


********


Si como Jaime, quieres dar tu testimonio desde el otro lado escríbeme a testimoniosdesdeelotrolado@gmail.com o ponte en contacto con el twitter @islatempestad

viernes, 4 de julio de 2014

Histeria Masculina



Ayer me llegó una carta de la recién elegida presidenta de la pequeña isla de Tlön, en el Mediterráneo Oriental. Y aquí reproduzco una parte:

"Acabar para siempre con el patriarcado no será algo fácil, pero en la isla de Tlön no lo hemos propuesto. Ahora que hemos ganado las elecciones, comenzaremos tomando el poder armado. Y es que no tendremos garantía de que los hombres no vuelvan a dominarnos hasta que no controlemos el ejército. En una situación de inestabilidad, teniendo en cuenta que nuestros cuerpos son pequeños y a veces, embarazados, es necesario compensar su superioridad en fuerza con las armas.

Tlön es una democracia y debe seguir siéndolo, por lo que invitaremos a los hombres a participar de nuestro poder militar... pero en un porcentaje bajo... que nos garantice que no se alíen entre ellos para darnos un golpe de barracas y volver a tener el control armado.

De veras necesitamos acabar con el patriarcado para siempre, la Violencia de Género nos lleva a vivir con miedo, casi un 20% de nosotras hemos sufrido agresiones sexuales y más de media centena muere al año, asesinadas por sus maridos.

Por eso, los hombres podrán participar del ejército, pero en un porcentaje bajo, y sin hacer corrillos, que a ver qué es lo que traman. Alguno quizás llegue a capitán, pero deberá ser complaciente con la hegemonía de nuestro poder.

Repito: No somos tiranas. Pero no queremos seguir viviendo con miedo. Por eso hemos decidido hacerles olvidar. Queremos borrarles poco a poco la memoria de su poder criminal intelectual y físico, hacerles olvidar en la educación y en los libros la existencia de sus filosofías y religiones de dominación. En los nuevos libros que estamos imprimiendo apenas hay relatos de hombres. Apenas quedan placas con sus nombres en nuestras calles. Hemos ido borrándoles el rastro.

Algunos de ellos, en algún momento, se preguntarán por su historia. Y tendremos que negarles que les hemos silenciado. Dice mi secretaria que pongamos una placa en los colegios "El talento de los hombres no ha servido para hacer historia, pero su sonrisa nos alegra el corazón". Ana siente compasión por lo que nos vemos obligadas a hacer, pero como yo, sabe, que si queremos ser libres, no tenemos otro remedio.

Creemos que sus violencias habituales irán desapareciendo porque nunca más serán impunes. Y toda apología a la violencia contra las mujeres será castigada con el más severo ostracismo.
Si se quejan del rol pasivo al que nos ha forzado a encasillarles esta necesidad nuestra de defendernos, serán considerados histéricos, conminados a guardar calma, y si insisten, serán visitados por un psicólogo.

Para que no vuelvan a aliarse y retomar el poder, para que el miedo a sus violencias se borre de una vez por todas de nuestra isla, nos vemos obligadas a hacerles ver que su lugar ideal es de segundones.

Y nos tendremos que esforzar en que no creen fuerza colectiva entre ellos. Lo ideal sería que compitieran, que no pudieran confiar los unos en los otros, que continuamente se pusieran zancadillas entre ellos, que pelearan. A una ministra se le ha ocurrido una idea un tanto rebuscada para impedir que se alíen, para mantenerlos peleados. Si te la digo pensarás que somos tiranas, pero hemos pasado mucho miedo, Miranda, y queremos por fin vivir en libertad... A la ministra de sanidad se le ha ocurrido hacerles creer desde pequeños, que deben competir por nuestra aprobación, y que pocos de ellos pueden obtenerla, quizás los que sean modélicos de alguna imposible manera. A la ministra se le han ocurrido dos o tres cosas para conseguir que deseen tanto nuestra aprobación: i) educarles para ser muy dependientes, de manera que necesiten de nuestro afecto, y esa competición entre ellos sea inexcusable, ii) darles pocas oportunidades de trabajo, para que económicamente necesiten el apoyo de alguna de nosotras, iii) hacerles vivir bajo alguna amenaza, de manera que sientan que necesitan nuestra protección. No sé, quizás pondremos en marcha las tres. Sé que son crueles y retorcidas, pero tenemos que defendernos. No imaginarás la cantidad de torturas que se repiten en nuestros hogares, el apartheid al que nos han condenado a vivir.

Necesitamos controlarles para que no vuelva el horror. Hemos vivido atemorizadas. No somos tiranas, y como en el ejército, también les dejaremos participar en el parlamento de Tlön (en un porcentaje pequeño y solo a los más complacientes con nuestra hegemonía). Es importante que se sientan escuchados. Quizás propongan cosas como la obligatoriedad de poner tallas de ropa para hombres sin músculos en nuestras tiendas, que el ministerio controle esa probable nueva enfermedad obsesiva del alargamiento de pene que estará matando a tantos adolescentes, o la campaña "es mi semen, yo decido", para que no se vean obligados a donar semen si no quieren."


El resto de la carta de la presidenta de Tlön, vieja amiga, es personal y ahorro transcribirla aquí. Me ha resultado curioso que el mundo que describe es exactamente en el que vivimos, pero al revés. Somos las mujeres las que tenemos un porcentaje bajo (y solo las más complacientes con la hegemonía masculina) de representación en el poder y solo arañamos un poco para demandar las cosas más urgentes e inexcusables de nuestra vida. Se nos educa sin memoria colectiva, como segundonas, pasivas y complacientes. Se nos enseña a competir entre nosotras desde pequeñas por modelos imposibles y por la aprobación masculina.

Lo curioso es que esta situación solo tendría sentido si alguna vez hubiéramos, como en la isla de Tlön, supuesto alguna amenaza. Tendría sentido, como explica mi amiga, si los hombres tuvieran que defenderse de nosotras porque aliándonos y tomando el poder instauraríamos una situación de terror en la que vivirían discriminados, humillados, con miedo a ser violados o maltratados. Cosa que nunca ha pasado y que resulta, cuanto menos, inverosímil.

Por eso me he planteado, ¿qué nivel de cobardía supone instaurar un sistema de dominación cruel y desmesurado para aplastar a la mitad de la población en posible respuesta a un peligro que nunca ha existido? ¿Qué nivel de histeria colectiva hay que tener para aplastar a todo un género como si alguna vez hubiera sido tu enemigo?

Porque eso es lo que ha pasado, ¿no?

Si consideramos la histeria como la reacción desproporcionada e irracional a una situación que no la justifica; el patriarcado es la mayor manifestación histérica que jamás ha habido.

La histeria masculina que ha creado el patriarcado es tan fuerte que le bastan mitologías improbables de mujeres opresoras, como los relatos bíblicos, los cuentos de hadas, los relatos homéricos; para justificarse.

Es un miedo tan desproporcionado que en cuanto una mujer adopta un rol no pasivo algún hombre se siente oprimido. Es una percepción de amenaza tan fuera de lo real que incluso maltratadores se sienten maltratados por no poder persistir en su maltrato al ser denunciados.

¿Qué es sino un arrebato de cobardía de dimensiones macro el comparar con nazismo al feminismo, por medio del apelativo "feminazi"?

En serio, si pudiéramos físicamente violaros, estoy segura de que antes de vivir con ese miedo, ya estaríamos todas tomando bromuro diario obligatoriamente.

Si en España, en lo que va de año 2014, en vez de ser 35 las mujeres torturadas y asesinadas por sus maridos, hubieran sido 35 los maridos torturados y asesinados por sus mujeres, ya estaríamos todas siendo investigadas.

La histeria masculina, individual y colectiva, llega a límites tan sorprendentes que a llegado a acusarnos a las mujeres, de ser nosotras las histéricas, tachando como desproporcional cualquiera de nuestras reacciones emocionales a la opresión patriarcal.

E, histéricos ellos, han negado su propia histeria y dado a entender, que somos las mujeres las que no somos comedidas, justas, proporcionales o magnánimas, sino caprichosas, victimistas, exageradas e irracionales.

Es importante, pues, mujeres, que cuando nos duelan las opresiones, aunque aún no las sepamos identificar (eso llega con las gafas de género) nos quejemos. La patologización que han hecho de nuestra respuesta de rabia al patriarcado nos hace muy vulnerables a sus abusos.

Cuando nos maltratan y pensamos, ¿será que estoy yendo de víctima?
Cuando nos invisibilizan y pensamos, ¿seré una caprichosa que necesita mucha atención?
Cuando nos soban físicamente y pensamos, ¿estaré exagerando?:
No lo pensamos nosotras! Lo piensa un policía de la histeria que el patriarcado ha instalado en nuestras cabezas!

La racionalidad humana puede llegar a defender la superioridad del hombre, de los blancos, de los jóvenes, de los heteros, de lo que sea. Pero el dolor de ser tratado como un inferior es la gran prueba de nuestra igualdad. Por eso es por lo que intentan que anestesiemos ese dolor, patologizándolo, porque es esa conciencia el motor de la rebeldía, o como decía Marx, el motor de la historia.

El patriarcado es una conveniente racionalización a la histeria colectiva masculina. El feminismo, la igualdad, es una gran verdad emocional.

Que es verdad que esa verdad emocional a veces estalla como una olla exprés, generalmente después de callar o perdonar durante mucho, o que estalla cuando tenemos la regla y los cambios emocionales hacen que se salten los cerrojos de los controles de nuestra obediencia. Da igual. Da igual, mujer, como lo sientas, pero no dudes de lo que sientas, porque en esa irracionalidad está el comienzo del camino de la conciencia. Dice Juan Carlos Monedero que "la emoción hace que el dolor se convierta en saber, el saber en querer y el querer en poder y el poder en hacer"