lunes, 25 de mayo de 2015

Yo soy una de esas mujeres a las que ustedes llaman pobre mujer


Yo soy una de esas mujeres a las que ustedes llaman pobre mujer y estoy luchando desde “abajo”, desde donde ustedes llaman "abajo".

Estoy luchando para que sepan que no necesito ser una profesional liberada para que mi trabajo tenga un valor fundamental en el mundo, para que sea digno y muy valioso. Para que tenga que ser adecuadamente retribuido.

Estoy luchando para que sepan que no necesito ser fresadora ni minera para que mi trabajo como cajera del super, como limpiadora, como cocinera sin estrellas Michelín, tenga un valor fundamental en el mundo, para que sea digno y muy valioso. Para que tenga que ser adecuadamente retribuido.

Y no me veo representada al ver su simbología y todos los iconos de todas sus luchas y dignidad obrera.
¿Por qué me cuentan tantos cuentos de tantos héroes mineros y campesinos y no me hablan de ninguna heroína ama de casa, cuando yo nos veo, a las amas de casa, realizar gestas heroicas tan cotidianamente?

¿Por qué su hoz y su martillo y no mi fregona?

"Porque no luchas". Me dicen. "Porque no te organizas compañera". Me dicen.
Y claro que lucho. Y claro que me organizo. Defiendo los derechos de los niños y la educación en las AMPAS, soy voluntaria en los comedores sociales, y con la PAH he tenido que parar varios desahucios. Como una gran multitud de pobres mujeres en la historia, lucho por lo colectivo.

Pero no aparezco en sus libros de historia, ni en sus análisis políticos, y dicen que no soy artífice de revoluciones... Soy una pobre mujer, y como otras pobres mujeres caigo en el saco del olvido.

Como dalits en la India, como parias de la memoria, no queda rastro de nuestra contribución política, de nuestra contribución económica.  En los libros de historia solo se valora esporádicamente a mujeres cuando, superando roles tradicionalmente asignados, han hecho contribuciones muy destacadas dentro de esferas tradicionalmente destinadas a los hombres.

Pero qué pasa, ¿los roles y tareas tradicionales que nos asignó el patriarcado a las proletarias no tenían valor? ¿O era que al hacerlos nosotras lo perdían?

¿No tiene valor la gastronomía? ¿No tiene valor el descubrimiento de las plantas medicinales? ¿No tiene valor el cuidado de los niños y de los mayores? ¿No tiene valor la costura?

Yo soy una de esas mujeres cuidadoras, limpiadoras, campesinas. Una de esas a las que ustedes llaman pobres mujeres.
Y me choca que me digan la pobre cajera, la pobre limpiadora.
¿Por qué para ustedes soy una pobre mujer si soy cajera del super y no soy un pobre hombre si soy gasolinero? ¿Por qué para ustedes soy una pobre mujer si soy costurera
y no llaman pobre al sastre, sino quizás, hasta lo tienen por un artista?

Todos los trabajos son necesarios, e independientemente de la persona que los desempeñe deberían ser valorados, social, política y, MUY IMPORTANTE, económicamente. Sí, incluso los que realizamos las pobres mujeres.

Es curioso que los oficios tradicionalmente masculinos han sido novelados para mostrar su complejidad y la relación metafísica del obrero con el trabajo. Los tradicionalmente femeninos nunca.

¿Por qué hay novela "el viejo y el mar" pero no hay novela "la vieja y las agujas de tejer"?
Seguro que les entraba la risita al leer un título así. Eso inspiramos las pobres mujeres. Ridículo y no épica.
La épica se la llevan los bomberos. Pero ¿y las auxiliares de enfermería como Teresa Romero, que arriesgó su vida en 2014 limpiando las heces y el cuerpo de dos enfermos de ébola en Madrid? ¿No son heroicas? Desconocen, me imagino, el trabajo que cuesta llegar a no sentir asco por el hedor y el consuelo que supone en la agonía sentir el cuidado de quien no muestra rechazo ante la fetidez de tus olores. ¡Cuánta heroicidad se esconde en ofrecer servicios de ese valor humano y arriesgar la vida por eso!
Pero era una pobre auxiliar, tan pobre que no se sabía poner el traje...

Por qué hay canción "el abuelo fue picador" pero no hay canción "la abuela
en cuyas recetas se inspiró Ferrán Adriá" (Pueden reírse. Venga. No se corten...)

Yo, que soy una pobre mujer, me pregunto, ¿por qué se invisibiliza el inmenso legado gastronómico que ha dejado el trabajo de las cocineras en España bajo el vago rótulo de dieta mediterránea?

Toda la contribución gastronómica que han hecho las pobres mujeres del mundo - en sus roles tradicionales- (descubrir la mayonesa, el merengue, la fermentación de los quesos o el yogur) queda reducida a artesanía frente al arte, este sí, excelso, de aliñar la mayonesa con ajonjolí como hacen en el restaurante novel cuisin de Berasakalde, según la guía Michelín.

¿A alguien se le escapa que crear la mayonesa es un acto creativo capital frente a la ocurrencia accesoria de mezclarla con ajonjolí y servirla semi-caliente en un restaurante caro? Yo soy una pobre mujer y lo entiendo.

Parece que estamos ciegos ante la obra creativa, pero plenamente permeables ante la moda. ¿O lo que estamos es ciegos ante las formas de creación tradicionalmente femeninas?

Pues sepan que aunque nos invisibilicen, ustedes y sus formas de actuar son plenamente visibles para nosotras, las pobres mujeres.

Las pobres mujeres, las que desempeñamos roles o trabajos tradicionalmente femeninos o no, lucharemos para obtener lo mismo que tienen los hombres, desempeñen roles o trabajos tradicionalmente masculinos o no.

Queremos dinero, reconocimiento y libertad. Y lo queremos ya.