sábado, 7 de enero de 2017

Si alguna vez te han violado no veas ELLE o lo harán de nuevo.


Elle es una película francesa de un director de cine llamado Paul Verhoeven que como algunos guionistas y directores actuales es un periviolador (que fantasea con la violación para excitarse). Convertir la habitual fantasía masculina del asalto y violación en una realidad evidente tiene como pena a veces la cárcel y a veces el remordimiento, por eso muchos perivioladores se limitan a ver o hacer películas en las que abusan y destripan mujeres de manera simbólica. En esas cintas violan y matan, pero también vengan a la víctima y hacen justicia reflejando así la ambivalencia moral que les producen sus deseos.

La película Elle podría ser una fantasía de periviolador más, como una mayoría de los metrajes de temática forense, pero su actriz ha llegado a los Oscars y los críticos han quedado fascinados. Y es que la crítica es mayoritariamente masculina y por estadística, en alto porcentaje perivioladora. La fascinación nace de la imagen que el director confiere a violador y violada, que les permitirá  hacerse pajas con agresiones sintiéndose menos culpables e incluso feministas.

Y es que Elle de Verhoeven es una película considerada feminista o postfeminista porque la protagonista, que es víctima de una violación, decide no adoptar un papel de víctima (histérica, llorona, quejica) sino enamorarse del violador y darle ocasión para un par de violaciones más. Es la nueva apuesta de feminismo que los perivioladores defienden: dejar de llorar porque os abusan y acomodaros a que os guste.
Sería un argumento original si no fuera porque un 25% de las telenovelas latinoamericanas tienen la misma trama. O porque lo de que a la víctima en el fondo le gustó lo repiten al menos un tercio de los violadores del módulo 3 de Alcalá Meco.

El director confunde fraudulentamente, como tantos otros antes en la historia del cine y la literatura, lo que a él le gustaría que hiciera una mujer, con lo que normalmente hace. La víctima de la violación en la película es una mujer que desea que su padre muera porque por su culpa fue estigmatizada y trata cruelmente a su madre porque su sexualidad le da vergüenza. Es un ser tan dominante, antisocial y orgulloso que resultaría más plausible que reaccionara a la agresión sexual con silencio resentido, venganza fría, o ira autodestructiva antes de que se sometiera aún a más a humillaciones y ataques de un señor que no conoce de nada. Pero es que el director, reincidiendo en más lugares comunes de violadores y matones, nos cuenta que como es una mujer promiscua quizás la violencia de una violación no la traumatiza tanto. Además el galán violador de Elle, como en las telenovelas, es un hombre guapo, rico, cariñoso y considerado con todas las mujeres, especialmente con la mujer a la que viola, amada a la que cura las heridas sangrientas y protege de los elementos naturales. Lo normal, vamos, con un violador al que no denuncias: que no te escupa y te ataque cuando te vea por la calle o que te rebaje en una relación doméstica hasta que acabes lamiéndole los pies como una perra, sino que escuche con interés tus traumas infantiles.

En una absolutamente novedosa redefinición de la naturaleza humana, Verhoeven decide que el impulso de violación es algo encapsulado, como una práctica BSDM que se me fue de las manos!, que es lo que le gustaría a él pensar porque probablemente necesita dominar para poder eyacular en sus fantasías eróticas pero también ha leído algún libro de ética y le gustaría considerarse buena persona.

En la historia que cuenta Elle, la esposa del violador, una joven ultracatólica, tiene un papel también inverosímil. En primer lugar porque son los violadores los que suelen ser ultracatólicos (veáse historial delictivo del clero). Y sus mujeres sí suelen estar rezando, pero porque se mueran. No suelen estar deseando que alguna de las violadas les de el placer que ella no ha sabido darles, como dice esta señora al final de la película. Incluso da a entender que la pulsión masculina del sexo con dominación es irrefrenable y aboca a un destino criminal a personas tan buenas como a su galán marido. ¡Esto es lo que a todo agresor le gustaría que dijera de él su mujer! El director periviolador, fraudulentamente de nuevo, confunde lo que quiere el hombre que piense la mujer con lo que ella probablemente piensa (que él ha destrozado la vida de muchas mujeres por lo que ella se siente connivente y culpable).

Elle es un regalo más de la cultura de la violación para la gran pantalla, aclamada como tantas antes por todos los permisos morales que concede al onanismo violento y al sexo no consentido. ARTE del que Valerie Solanas rotulaba con mayúsculas.



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