"Querida Miranda:
Tenemos un grave problema en nuestra pequeña isla... tras años de hegemonía femenina, nuestras mujeres parecen haber empezado a enfermar de una extraña dolencia psicológica, una terrible enfermedad que les hace perder los nervios por las cosas más absurdas. Tienen miedos irracionales, ... y cuando están juntas, a menudo se comportan de manera enloquecida, poniéndose y poniendo en peligro...
Al principio nos parecían curiosas algunas manifestaciones deportivas. Recuerdo a una jugadora de tenis que siempre que perdía entraba en histeria y rompía su raqueta contra el suelo. O aquella jugadora de fútbol que por la excitación histérica del juego, saltó la valla y le pegó un cabezazo a una aficionada.
Algunas cantantes comenzaron ya hace tiempo a hacer algunas cosas singulares como romper sus guitarras contra el escenario, o tirarse sobre la multitud para ser llevadas a hombros. Algo que también hacen las toreras, cuando asesinan a un toro, a hombros de una multitud de mujeres jadeantes que las vitorean.
De un tiempo a esta parte se ha convertido en algo bastante habitual que cuando varias mujeres se juntan en un atasco, comiencen a pegar alaridos por las ventanillas. Pareciera que la histeria tiene una suerte de efecto contagio. Si una toca el claxon, comienzan todas a tocarlo hasta crear un sonido colectivo ensordecedor. Se diría que sus nervios se excitan más cuando se juntan entre ellas, que la histeria se retroalimenta.
El problema no hubiera comenzado a preocuparnos si no fuera por las conductas de las forofas deportivas. Tienen una obsesión tan grave que ha empezado a copar toda nuestra vida pública. Fuera de los estadios, cuando hablan de sus jugadoras preferidas, es fácil verlas ir poniéndose más y más nerviosas, hasta que a menudo comienzan a gritar y enrojecen como si fuera a darles un ictus. Pero el grave problema lo tenemos en los estadios, cuando empiezan a gritar desde las gradas, y sus odios histéricos llegan a amenazar de muerte a las jugadoras. A la salida, de vez en cuando, apalean a alguien y han llegado, en su fiebre histérica, a cometer asesinato.
El histerismo deportivo se ha convertido en un problema de salud pública. Y también el religioso. Se auto-lesionan. Hacen sacrificios, caminan descalzas o caminan postradas de rodillas llenándose de yagas, se fustigan la espalda hasta hacerse sangre, y han inventado unos lloros histéricos llamados saetas que le cantan a un tronco que representa a un hombre virgen.
Sí, sus miedos histéricos son muy absurdos. Han llegado a la creación de los personajes mitológicos más inverosímiles. Cuentan leyendas de hombres llamados brujos que roban a sus hijos para chuparles la sangre. Las marineras y pescadoras cuentan historias de hombres con cuerpo de pez que cantan en el mar y las secuestran embrujándolas. Y las conductoras cuentan historias de hombres fantasma en la curva de las carreteras.
El colmo del disparate es el miedo inconsciente al pene castrador que ya han definido algunas psicoanalistas. ¡Los penes castradores serían aquellos que cuando los chupas te dejan sin dientes!
Espero tu consejo para atajar este problema que está convirtiendo nuestra sociedad en irracional. Y es que gran parte de nuestra vida pública está marcada por sus miedos, sus obsesiones e histerias colectivas.
Presidencia de Tlön. Año 2025"
(La primera parte de esta entrada explica un poco el porqué de mis relaciones y comunicación con el gobierno de la isla de Tlön http://mirandaescribe.blogspot.com.es/2014/07/histeria-masculina.html)
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