lunes, 18 de agosto de 2014

Bullying: La violaban en grupo en los baños con el consentimiento del profe.


Mi caso de agresión colectiva no es apto para todos los públicos y desgraciadamente no podré dar nombres, con lo que se lo merecen. Participó todo el mundo, profesores, la dirección, los alumnos, gente a la que ni siquiera conocía... todo el mundo.

Me han pegado, me han robado, me han agredido sexualmente con regularidad delante de un profesor, me han humillado, me han insultado. No sé ni por donde empezar.

Soy el objetivo de bullying perfecto. Superdotada y con labio leporino. He recibido acoso desde que empecé a escolarizarme en P-3 y sigue en la universidad (o seguiría si asistiera a clase alguna vez, aún así, mi fama perdura).

El bullying siempre me ha hecho sentir una persona de segunda, un desecho, una guarnición de ensalada, una segunda opción. Esto ocurre porque la violencia se normaliza. Empieza con un empujón, un insulto, nadie hace nada y lo asumes como normal. La posterior escalada sigue el mismo mecanismo y se normaliza para los demás, está bien agredirte a ti, todo el mundo lo hace, mientras tú crees que existe algo inherentemente merecedor de ese maltrato y te empequeñeces, aceptas la violencia y tu condición de persona de segunda pasa a formar parte de tu autoconcepto.

Durante toda mi vida me han llamado fea a la cara mientras los chicos me agredían sexualmente cuando nadie lo podía ver. Más tarde a la vista de todos, contra mi voluntad, aunque la gente decía que yo merecía y deseaba los abusos, era la puta.

La cosa explotó cuando cumplí los 14 años, con una media por encima de 9 en todas las asignaturas y vestida con la estética gótica me robaron el móvil, me zarandeaban por los pasillos, me insultaban con cánticos delante de los profesores, me tiraban piedras, me quemaron los libros, me rompían la ropa. Y ningún profesor o la dirección hizo nunca nada, excepto L.S. y L.S (mismas iniciales, casualidad) que pelearon para que fuera seguro para mí asistir a clase y me convirtiera en una persona más o menos normal.

Entonces llegó A. el profesor de la asignatura que siempre se me ha dado mejor y empezaron los abusos sexuales. Podían tocarme en clase o llevarme al baño de chicos, con plena impunidad, durante sus horas de clase. No es un tema sobre el que vaya a extenderme más.

Durante estos años tuve una depresión, intenté (y casi conseguí) suicidarme varias veces y adquirí los trastornos alimentarios que llevan acompañándome media vida.

Actualmente soy la zorra, la puta de la facultad de psicología (menuda hornada de graduados os espera).
Estas cosas no acaban en el instituto, perviven. Me gusta vestir de forma sexy, soy asertiva, me muevo según mis propias reglas y vivo enmancipada, siendo una profesional reconocida en mi sector. En este caso no es mi conducta sexual el problema, es que mi conducta en general, aunque ni les va ni les viene, les incomoda, por lo que me agreden para "meterme en vereda". No es una agresión abierta, son los rumores, comentarios por lo bajini y una tolerancia colectiva hacia conductas de agresión y maltrato hacia mi muy por encima de la que hay hacia el resto.

Lamento el relato mal estructurado, mi vida estaba mal estructurada entonces. Ahora sufro las secuelas, un terrible temor a que todo el que me rodea descubra eso que instrínsecamente me convierte en un ser humano de segunda. Trastornos alimentarios persistentes.


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Pero la historia al final acaba bien, los años pasan y encuentras la fuerza para superarlo. Ahora tengo el trabajo de mis sueños, mi propio piso, una pareja mucho más maravillosa de lo que me atrevería a pedir y gente a mi lado que me apoya.

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