"Las personas oprimidas son especialistas en hostilidad
horizontal, quizá porque no tienen medios para enfrentarse a un enemigo más
fuerte" Florynce Kennedy
Florynce Kennedy fue la primera que habló hostilidad
horizontal, para describir las guerras internas en algunos grupos
feministas allá en los 70.
Más tarde, en 1999, Judith White demostró que la hostilidad horizontal siempre
se dirige a alguien dentro del grupo oprimido organizado, que es percibido como
menos puro, o con algunas características o alianzas con el opresor.
Pero bien, más allá de la hostilidad horizontal en grupos organizados, y extrapolando el término, considero que la hostilidad horizontal es un deporte de mujeres y forma
parte de la sistemática destrucción de sororidad que alienta el patriarcado y
que creo que es la respuesta al hecho de que las mujeres nunca nos hayamos
organizado agresivamente contra el patriarcado.
La hostilidad horizontal la aprendemos con el bullying. Es
toda esa sororidad que se esfuma cuando somos adolescentes y vemos como
nos atacan, como nos crujen, como nos destruyen por gordas; y como única respuesta comenzamos a atacar a las flacas, porque dan asco, porque son anoréxicas,
porque obedecen los cánones, porque cumplen con el estereotipo patriarcal.
La hostilidad horizontal es un deporte de mujeres. Lo aprendemos en la iglesia: las beatas contra las putas.
La hostilidad horizontal es la forma en que los hombres
controlan a las mujeres gracias a otras mujeres. Es ese doble rasero que nos
hace lincharnos entre nosotras por cosas nimias, por opiniones discordantes, que nos hace evaluarnos constantemente, vigilar nuestras conductas.
La hostilidad horizontal es un deporte de mujeres y los
hombres lo han aprendido desde muy jóvenes. Con el bullying a niñas, que en general empiezan
ellos y que ellas siguen.
La hostilidad horizontal es un deporte de mujeres y los
hombres lo han aprendido con la Iglesia, que ellos instauran y construyen para
que quienes acaban yendo a la iglesia sean las mujeres. Para que sea una cárcel
de mujeres con mujeres carceleras.
La hostilidad horizontal es un deporte de mujeres y los
hombres lo saben, saben cada vez que linchan a una mujer, que habrá "mujeres escudo" haciéndoles coro, para legitimar esa agresión, para excusarles en el patriarcado.
La hostilidad horizontal es un deporte de mujeres y los
hombres la intentan activar cuando acusan a las votantes o a las mujeres del PP
de las políticas machistas del PP. Porque señalar exclusivamente a las mujeres por cómplices de las políticas machistas es el "hijo de puta" o el "me follo a tu madre": es el atacar
a los hombres a través de "sus mujeres".
Los hombres saben que la hostilidad horizontal es un deporte
de mujeres por eso todas esas cizañas sutiles que son su chasquido de dedos
para activar todas nuestras peleas de barro.
La hostilidad horizontal es un deporte de mujeres y los
hombres saben que al mínimo chasquido de dedos comienza a funcionar toda nuestra
maquinaria de autodestrucción programada.
CHÁS. Con sus chasquidos de dedos se infiltran en el feminismo con su misoginia sin revisar.
CHÁS. Con sus chasquidos de dedos separan a las mujeres y debilitan
sus movimientos de lucha.
CHÁS. Los machirulos dan ese chasquido cuando se ensañan
obsesivamente con FEMEN España o con Teresa Forcades, cuando se ensañan
obsesivamente con cualquier feminista con la que no estemos en todo de acuerdo.
Como si no pudiéramos estar de acuerdo solo en algunas cosas. Como si el
feminismo fuera cuestión de todo o nada.
Porque saben, porque los del chasquido de dedos saben de
nuestra hostilidad horizontal, porque saben lo fácil que es dividirnos.
Por eso hagamos un pacto
de no agresión entre mujeres.
Vamos a aprender a no amarnos tanto, y así aprenderemos a no
odiarnos tanto.
¡Oh! ¡Vamos! Que para amores que cruzan límites, que nos
stalkean y no nos respetan, ya tenemos el amor heteromachirulo.
Vamos a revisar nuestras conductas de femifans, las del
"me has decepcionado" o "eres una enemiga del movimiento"
Vamos a aprender a no amarnos tanto, y a no odiarnos tanto.
Porque con esos amores que matan, acabamos linchándonos.... al
mínimo chasquido de dedos machirulo.
CHÁS, chasquido de dedos y de nuevo divididas, de nuevo jodidas. De nuevo solas frente a los lobos.
CHÁS, chasquido de dedos y ellos siempre unidos. Nosotras
siempre solas.
Por eso hagamos un pacto
de no agresión entre mujeres.
Vamos a aprender a no amarnos tanto, y a no odiarnos tanto.
También en el feminismo, porque decidme, ¿no es la lucha por
los derechos de las mujeres una cuestión de intereses, de ruta, de estrategia,
y no de identidad, de todo o nada, de adscripción sectarea?
Oh! Vamos! Que para amores que cruzan límites, que nos
stalkean y no nos respetan, ya tenemos el amor heteromachirulo.
Vamos a respetarnos como personas, con nuestras decisiones distintas y nuestras identidades diversas.
Por eso hagamos un pacto
de no agresión entre mujeres.
Hace unos años tenía un par de amigas feministas con las que
no era capaz de hablar sin miedo a equivocarme. Miedo a decir algo inoportuno,
patriarcal.
Y conozco a muchas mujeres que no se acercan a las
organizaciones feministas precisamente por eso. Porque a veces ven en las
mujeres que llevan organizadas muchos años una superioridad despreciativa.
Obvio que gran parte de esta hostilidad es percibida (alimentada por la campaña de demonización del feminismo) y no
real; ya que las feministas somos las que más nos revisamos la hostilidad
horizontal; pero
también es cierto que hay parte de verdad en esa fama y que todavía a veces
desplegamos conductas de purga o excesivo celo entre nosotras.
Especialmente en las redes. Especialmente en las redes CHÁS.
El otro día, cuando conseguimos llevar #NoEstásSola a TT y salir en algún
periódico pensé en la fuerza del feminismo también en las redes.
Y a la vez, en la cantidad de cartuchos que se
queman en trifulcas y cómo nos separan a
las #feministasenred entre nosotras. Por un mínimo error. Por una opinión
discordante. CHÁS
Por eso hagamos un pacto de no agresión entre mujeres.
Vamos a aprender a no amarnos tanto, y a no odiarnos tanto. También
en las redes.
Para que no usen el feminismo para decirle nunca a una mujer
lo que tiene que hacer, no usemos el feminismo para decirle a una mujer lo que
tiene que hacer.
Y por cierto, hay algunas feministas que nos equivocamos. Sí, todas.
Por eso hagamos un pacto
de no agresión entre mujeres.
Y ya que somos tan expertas en perdonar a hombres, vamos
a empezar a aprender a perdonarnos entre mujeres.
Hagamos un pacto de no
agresión entre mujeres.
Ni beatas contra putas, ni gordas contra flacas, ni
feministas contra machitontas, ni proletarias contra burguesas (esto último no
en esta guerra, pero ya nos vemos en la próxima...).
Porque con sus chasquidos de dedos CHÁS , nos aíslan para atacarnos
mejor. Y luego cuando la puta es violada o la machitonta enfrenta maltrato, ¿a quién
recurre?
Hagamos un pacto de no
agresión entre mujeres.
¡Vamos a desaprender ese bullying patriarcal!, ¡vamos a dejar de
rezar y de limpiarles sus iglesias machirulas!
¡Y vamos a ser capaces de articular una
autodefensa efectiva, que nos arme para dejarles sin dedos!
Sí, sí, eso, CHÁS, CHÁS: ¡vamos a
partirles las falanges por cada chasquido de dedos!
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