En Tlön nos dieron una pistola a cada mujer.
En nuestra pequeña isla nunca había habido armas, pero la proporción de violaciones era tan dramática, antes de que se
instaurara el gobierno hembrista, que - alucina, para que veas- las niñas vivíamos
con miedo a salir de casa solas de noche.
Así que nos dieron una pistola a cada mujer y
a cada niña. La munición no podía matar. Bueno, tenías que disparar mucho, o
apuntar a sitios especialmente vulnerables. Pero eso sí, te hacía mucho daño y
te dejaba marcado.
Yo apenas tenía 15 años y me dieron aquel
pistolón. Era grande, brillaba, nunca había llevado algo tan pesado en el
cuerpo. Me costó acostumbrarme a ese peso que me inclinaba un poco hacia un
lado.
Cuando me quitaba la pistolera por las
noches, para poner la pistola sobre la mesita de noche, me quedaba fascinada
mirándola. A veces la acariciaba. Cuando un hombre me hacía algo malo, algún
niño en la escuela, el señorito... me imaginaba apuntándole con la pistola para
vengarme que algún modo. Me separaba de dejarle "un buen recuerdo" un
ligero movimiento de mi dedo índice.
Eran solo fantasías.
El asunto de los "abusos" (aunque yo
creo que exageráis cuando decís esto) no empezó hasta mucho más tarde, ya en la
universidad. Salíamos por la noche y un chico rechazó a una amiga.
Fue cruel,
se rió de ella. Ella solo quería invitarle a una copa. Y la apartó de un
codazo.
Cuando vimos la escena la cogimos entre todas
y nos la llevamos, mientras Silvia, que siempre ha sido tremenda, berreaba al
chico cruel que porque no estaba en la donación de semen, que ya le tocaba su
hora. Y eso que eran aún las 3 o las 4 de la mañana.
Ese día bebimos mucho y Adela acabo vomitando
en el callejón. Fue entonces cuando apareció el chico cruel. Creo que estaba
buscando cobertura para hacer una llamada de teléfono. Silvia comenzó a
gritarle que se acercara, que solo quería decirle una cosa. Y él intentó salir
corriendo y se tropezó.
Reaccionó un poco como un cobarde. Si la
hubiera confrontado, igual Silvia no se hubiera envalentonado tanto, pero al
verle en el suelo, junto al contenedor de basura, se acercó a él mientras acariciaba
su arma. Y no sé porqué todas echamos mano a nuestra arma y comenzamos a
acariciarla.
El chico cruel no se levantaba. Se quedó allí
petrificado, mirándonos como un bobo. De verdad que daba ganas de reír. Al
final Silvia, que es muy sarcástica y tremenda a veces, colocó su mano simulando
una pistola, con el dedo índice apuntando a la cabeza del chico cruel y dijo
PUM.
Yo no podía parar de reírme. El chico ni se
movía. "Vete, te perdono la vida" dijo Silvia en tono peliculero. Nos
meábamos. El chico salió corriendo ridículamente.
A partir de ese día no sé por qué nos pareció
divertido. Cuando veía a un tipo de esos engreídos en el bus, uno de esos pijitos
guapos niños de papá, ya sabes a qué me refiero, si el bus estaba lleno, me
ponía detrás y colocaba la pistolera de manera que al menor movimiento sintiera
la dureza de la pistola en su culito.
Entonces ya se había oído de aquellos disparos
masivos a hombres, y esa película de "Disparados y Perversos" había
ganado los Oscars.
En el bus sentía cómo se quedaban fríos,
estáticos, igual que el chico cruel del callejón de aquel bar, cada vez que yo les
acercaba mi pistola.
Pero aparte de eso yo nunca llegué a hacer nada
más. No como lo de Adela, lo de los niños. Eso sí me parece algo abuso, no esos
pijos sudando la gota gorda, que al fin y al cabo era una broma, y que no sé en
el fondo si les gustaba porque no se daban la vuelta ni protestaban. Hay alguno
con unos gustos más raros que te sorprendería, pero no te los voy a contar
porque tú eres un señorito y no te quiero escandalizar.
Adela. Adela es que no sé qué cuarto de hora
le entró. Pero por las mañanas se escondía detrás de un seto, se abría el abrigo
delante de los niños de 14 años que caminaban hacia el bus escolar y enseñaba
la pistola.
Algunas madres se escandalizaron y acabó en comisaría.
Algo que vi allí y para que veas cómo está la ley, que no nos defiende tanto como creéis. Cuando llegué a recogerla las
polis se traían un cachondeo... No me lo podía creer. Se ponían el abrigo y lo
abrían de golpe unas delante de otras... ridiculizando a Adela. Deberían tener
más respeto en las instituciones públicas. Ya se estaba preparando un linchamiento popular en el barrio contra ella y la policía así...
Para que veas. Allí en comisaría vi a aquel cabrón, al
último rollito de Silvia, vamos a llamarlo el rollito de primavera. (Eso sí que
es un abuso, apúntalo en tu libreta, y denunciar eso también, no solo lo otro,
que hay algunos tíos...) Estaba allí, llorando a moco tendido junto a la mesa de un hombre
policía, que le miraba con una cara larguísima. Y lo supe. Supe que estaba
largando algo de Silvia, que la estaba denunciando por algo.
Él no me vio. Así que cuando llegó Adela,
salimos rápido y llamé a Silvia.
Nos contó que la noche anterior habían
follado. Y al final, solo al final, el rollito de primavera salió huyendo de su
casa. ¡Sólo al final cuando antes se había corrido y todo dentro de ella!
No podíamos entender nada y sé que Silvia
durmió varias noches mal preocupada por lo que había contado ese cabronazo. Cuando
la llevaron a declarar a comisaría le dijeron que la acusación sostenía que el
rollito de primavera que quería joderle la vida a mi amiga se consideraba
"violado", ojo! "VIOLADO", y eso que se había corrido
dentro y todo!
Según parece se había sentido inducido a
ponerse hasta atrás de viagras (ellos son los que se ponen hasta el culo de esa
mierda, que les encanta, que se ponen como perros con eso, y luego nos echan la
culpa a nosotras). En la declaración decía que Silvia había estado jugando con
su arma toda la noche, haciendo el gesto del PUM PUM que hizo con el chico
cruel.
¡De broma!, Silvia es así. Es tremenda. Nadie se puede tomar eso en
serio.
En su declaración el rollito dijo que cada
vez que él hacía algún gesto de rechazo, ella se llevaba ligeramente la mano a
la pistolera.
¡Hay algunos que lo sacan todo de quicio! ¿Ligeramente?, ¿qué significa ligeramente?. ¡¡Igual le
picaba allí!!
Silvia lo dejó todo muy claro. Él nunca dijo que
no. Él nunca mostró su intención de irse de casa hasta que se hubo corrido.
Gracias a que la jueza e incluso el hombre
policía eran personas razonables y no unos jodidos varonistas de esos, se
archivó la demanda. Y que no nos encontremos a ese cabrón por la calle, que te
aseguro que se lleva un recuerdito por haber intentado joderle la vida a mi
amiga.
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